lunes, 11 de mayo de 2009

Primer Lugar en el 4º. Coloquio de Investigación “Equidad: una Búsqueda Compartida”


"Efectos de las caricaturas en la conducta de los niños y niñas"
Por Claudia Ivette Flores Arellano/ Comunicación/plantel Celaya

Los niños como sector más vulnerable de la sociedad tienden a imitar lo que ven por televisión generando; la mayoría de las veces, modificaciones en su conducta. Foto: Isabel Solórzano Álvarez

Actualmente la violencia va en aumento en la sociedad guanajuatense y no existe discriminación de este factor en la edad; pero lo más sorprendente es que niños de muy poca edad ya presentan un alarmante grado de violencia en su lenguaje y conducta.


Hay varias causas para este fenómeno; sin embargo, este trabajo se centra sólo en el “factor televisión”, por lo que se ha investigado cómo afecta a los niños el hecho de que la mayor parte del tiempo que están expuestos a la programación televisiva, lo que ven son caricaturas con alto contenido de violencia, sin contar con la vigilancia y consejo de los padres sobre lo que están viendo, para aclarar, acotar y valorar lo que esta sucediendo en la pantalla.


Es importante saber si las caricaturas pueden influir en la conducta de la población infantil, de qué manera lo hacen, qué efectos les provocan de acuerdo a los distintos tipos de personalidad, cuáles son los grados de violencia presentados en estos programas y cuáles los que pueden alcanzar los pequeños en la vida real.


Por lo mismo, es necesario detectar las situaciones que pudieran detonar una conducta violenta imitada de la televisión, y sobre todo saber si la exposición a ésta es un factor determinante de estos comportamientos o simplemente es un factor que se suma a los impulsos naturales de agresividad ya existentes en cada uno de los niños.


La concientización de los padres acerca de lo que ven sus hijos y su comprensión de que el hecho de que la televisión sea un medio pasivo y cotidiano no significa que toda la programación es apta para los pequeños en formación, pues resulta imprescindible la intervención paterna tanto en el control de lo que ven los niños, como en la aclaración de las dudas que los contenidos televisivos pudieran despertar en los infantes.


A fin de lograr los objetivos propuestos, se llevó a cabo la aplicación de una encuesta escrita a los 25 alumnos del segundo “A” de la Escuela Primaria Ricardo Flores Magón, turno vespertino, de Juventino Rosas. De los 25 cuestionarios, 2 fueron anulados, 13 se aplicaron a niños y 10 a niñas.
Estas preguntas tenían el objeto de darnos a conocer qué es lo que sienten los niños antes y después de ver las caricaturas y qué tanto repiten las conductas vistas.


También se llevo a cabo una técnica de observación directa con los mismos integrantes de la muestra, consistente en registrar sus comportamientos durante el receso de 30 minutos, a lo largo de 5 días.

La encuesta arrojó los siguientes resultados:


1) Las caricaturas más vistas son: Dragón Ball, los Pitufos, Pokemon y Scooby Doo.
2) La mayoría se siente alegre al ver las caricaturas, sólo uno se siente solo.
3) Después de ver las caricaturas la mayoría siente aburrimiento, unos pocos relajación y cuatro, tristeza.
4) A la mayoría no les gusta imitar a los personajes de las caricaturas, pero los que sí imitan lo hacen constantemente y de manera muy activa, tomando como suyas, frases de los personajes.
5) 18 de los niños no creen que las caricaturas son reales, pero 5 sí.
6) La mayoría de los niños no son agresivos en sus juegos diarios. Sólo un niño de la muestra, sobresalió pues se observó que todos sus juegos son violentos.
7) 13 de los niños tienen vigilancia de los padres al momento de ver la televisión, 7 no la tienen y 3 a veces la ven solos y a veces acompañados.
8) A 14 de estos niños les gustaría en algún momento ser como su personaje favorito. A los otros 9 no.
9) En la observación directa, destacó un niño de 7 años de edad, (quien también en la encuesta salió con un grado notable de agresividad), pues su forma de “divertirse” es la siguiente: se la pasa jugando a los golpes, pistolas y a matar a sus demás compañeros. Varios niños de su salón lo siguen porque es líder nato, pero estos compañeros en las encuestas resultaron niños tranquilos.
10) En este caso, de acuerdo a una plática breve que se tuvo con este niño, es posible determinar que su agresividad no tiene como origen el hecho de ver caricaturas, sino películas de terror o programas de acción para adultos. No fue posible considerar la situación familiar, pues ésta es desconocida.
11)Los juegos de las niñas son tranquilos y agradables, pero entre los niños se da en general un lenguaje muy agresivo con palabras como: idiota, pendejo, tonto, etc.

Los hallazgos mencionados dan pauta para pensar que la agresividad de los niños no es detonada en forma específica por las caricaturas que ven y aunque no se descarta el “factor televisivo”, sí es posible determinar que las caricaturas no son la causa principal de la agresividad infantil.


Por esto, es posible concluir que los programas de dibujos animados sólo son un factor que estimula la agresividad de niños con personalidades tendientes a este tipo de conductas, o en situaciones de vida en las que existe mucha violencia. “El factor televisivo” afecta a los niños cuando ven programas para adultos y no existe una supervisión adecuada de los padres. Una observación muy positiva es que la mayoría de los padres acompañan a sus hijos al ver la televisión.


En conclusión: los niños que muestran agresión en nuestra muestra, es porque su contexto social y familiar es muy violento y nada estable, las caricaturas para ellos son un factor más para su mal comportamiento; en cambio en los demás niños, sus familias con sus actitudes les indican qué está bien y qué está mal, y la manera más común de imitar a los personajes es en la forma de hablar, no en la conducta.


Por lo tanto, se puede afirmar que las caricaturas no influyen en un cien por ciento en los niños, sólo es un factor más, que si genera violencia es en un nivel muy bajo, al contrario que en el caso de los programas para adultos que son observados por los niños por falta de vigilancia de los padres.











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